El terror de quedarse trabado
De la mano de Dual Effect, Tormented Souls II rescata los placeres —y los dolores de cabeza— del survival horror de los 90. El estudio chileno, que ya había sorprendido con una gran primera entrega en 2021, vuelve a demostrar su amor por los clásicos al estilo de los primeros Resident Evil de PlayStation One. Cámaras fijas y meticulosamente ubicadas para complicar ciertos ángulos de visión, puzzles a montones y una cantidad muy limitada de recursos, son las claves que aquel primer título nos traía al presente y con las que esta secuela reincide, mejorando aún más la propuesta.
En esta ocasión nos encontramos con una continuación directa del primer juego. No voy a spoilear la anterior entrega, aunque voy a decir que no hace falta jugarla para disfrutar de este nuevo título (de todos modos, sugiero que la jueguen porque, más allá de esto, es una gran experiencia, sobre todo si te gusta el género). Nuevamente estamos en la piel de Caroline Walker. Esta vez, nos dirigimos a un convento en el sur de Chile, donde prometieron tratar a Anna, la hermana de Caroline que está experimentando unas horribles visiones premonitorias. A minutos de llegar al lugar, Anna desaparece y el convento resulta no ser el auspicioso lugar que parecía, por lo que tendremos que investigar qué pasó con ella y encontrarla.

Las peripecias de Caroline nos van a llevar entre 15 y 20 horas de juego, dependiendo de cuanto te trabes con los puzzles o la dificultad de los enemigos. La exploración, la combinación de ítems, puertas cerradas con cerraduras de todo tipo que hay que abrir con ingeniosos mecanismos son las notas características de este juego. Así, el título trae aquellas mecánicas distintivas de un género que con el paso de las décadas, fue dejándolas de lado en favor de la acción. En este sentido, Tormented Souls II trata de revivir esa esencia de aquellos años y lo logra, aunque trae también algunos problemas que tenían esas aventuras.
El control se ha optimizado notablemente y nuestra protagonista se maneja mucho mejor, aunque con las dificultades esperables de la cámara fija. Se cambió la interfaz por una más organizada, que categoriza los items que vamos recogiendo y se agregó un acceso directo a las armas con el stick derecho, cuestión que dinamiza bastante el combate. En cuanto a lo técnico mejoró el apartado visual, que ya era muy bueno en el primero, pero acá se suma un mejor trabajo en los modelados y animaciones de los personajes, que resulta más orgánico con la estética de los escenarios. Además, la excelente iluminación junto a una gran musicalización aportan muchísimo a la atmósfera de tensión y terror que plantea el juego.

El combate, una de las cuestiones que más ha evolucionado a lo largo de los años junto con el desarrollo del género, en este juego conserva muchas de las complicaciones que tenían los títulos de aquella época. A pesar de encontrarnos frente a una notable mejora respecto del primer título de la saga, los movimientos con las armas y el apuntado, continúan siendo muy rígidos. Esto puede ser algo buscado en términos de diseño como homenaje a los clásicos, pero en el modo de dificultad “Normal”, el contraste con la gran movilidad y resistencia de algunos enemigos —que en ocasiones funcionan como una esponja de balas—, puede llegar volverse un poco frustrante. Esto se vuelve más notorio a medida que avanza la aventura. El equilibrio logrado en la primera mitad —enemigos duros pero lentos— se diluye hacia el final, donde la resistencia y velocidad de las criaturas rozan lo injusto. Cruzarnos a dos juntas en una habitación, difícilmente no sea una sentencia de muerte o un derroche de munición y curaciones que comprometa nuestra supervivencia —ni hablar si son tres—. Insisto, es probable que esto sea una decisión consciente de los desarrolladores y es respetable, pero creo que brindarle un poco más de movilidad a nuestro personaje con algún movimiento de esquive un poco menos duro y que no sea solo hacia atrás, podría mejorar la experiencia.
En este sentido el juego acierta en darnos tres niveles de dificultad para que esto no te impida disfrutar de la aventura. Un nivel Asistido, con más munición, enemigos más débiles y guardado automático; uno Normal, que además de tener enemigos más duros, te obliga a grabar en lugares específicos y con cintas de grabación que recolectamos en los escenarios; y el modo Tormento, que bueno, es para pasarla mal. Más allá de todo, creo que la experiencia ideal es en modo Normal, ya que aunque me gustaría algún que otro ajuste en el combate, el grabado con las cintas es crucial para la mirada estratégica de cada movimiento, y para sostener la sensación de peligro que te genera perder todo lo que hiciste si te agarra algun bicho. Algo que se desvanece con el grabado automático.

Lo mejor de Tormented Souls II es que confía en el jugador. Sus más de 70 puzzles no te toman de la mano ni subestiman tu atención. A pesar de no ser sencillos, con una buena observación del entorno, una lectura minuciosa de los documentos y una exploración completa de cada habitación, la mayoría se pueden resolver, generando una gran satisfacción al lograrlo. Sin embargo, algunos se vuelven excesivamente crípticos y exigen interactuar con partes del escenario que solo ofrecen una descripción, sin indicar posibilidad de acción. Detectar esas zonas, especialmente cuando estás rodeado de criaturas capaces de matarte en segundos, puede resultar frustrante. Nada es ilógico una vez resuelto, pero cuando el proceso exige probar absolutamente todo —incluso elementos que el juego no señala como interactuables—, la recompensa del ingenio se transforma en una sensación de cierta injusticia.
En el aspecto visual, el juego no tiene nada que envidiarle a una producción actual. Los escenarios son detallados, lo que suma a la experiencia para la interacción con los objetos representados y la iluminación se ve realmente muy bien. Es importante tener en cuenta que la luz juega un papel fundamental en las mecánicas del juego, ya que la oscuridad (como sucedía en la primera entrega) puede matarte. Si te adentrás en una habitación sin luz, la oscuridad crece, gritos aterradores invaden la pantalla y el joystick empieza a vibrar hasta que logres alcanzar una zona iluminada. Si no lo hacés a tiempo, Caroline muere. Por eso es muy importante equiparse constantemente con una fuente de luz que además no puede ser utilizada junto con tus armas (si tenés un encendedor en la mano, no te dejes engañar por el arte de la portada, no podés tener tu pistola de clavos a la vez), por lo que si vas a disparar, más vale que sea cerca de un candelabro o una ventana iluminada. El sistema de sombras y ese contraste constante entre luz y oscuridad, no solo está excelentemente logrado, si no que le brinda una ambientación de tensión al juego que combinada con las cámaras fijas, puede llegar a asustar y mucho.

Más allá de los problemas con cierto desbalance en comparación con nuestro personaje respecto de su velocidad y resistencia, los enemigos son variados y con un muy buen diseño, sobre todo en lo estético. Lo mismo sucede con los Bosses de cada sección, que más allá de ser también bastante resistentes —algo más razonable tratándose de un Boss—, tienen un gran diseño que no desentona con el resto del juego.

La historia que nos cuenta el juego no es gran cosa, aunque acompaña bien el desarrollo de la aventura y junto a la buena ambientación, es suficientemente interesante como para avanzar queriendo saber cómo continúa.
Siendo muy difícil no spoilear respecto de esto, voy a intentar ser lo más claro posible sin afectar las sorpresas del final. Al igual que en la primera entrega, Tormented Souls II también tiene varios finales y tengo que decir que la mayoría, sino todos los jugadores, van a experimentar el mismo final, ya que para obtener el alternativo hay que hacer algo que, en mi opinión, resultó demasiado rebuscado y poco intuitivo. Esto es una notable diferencia respecto de la primera entrega donde quedaba bastante más claro dónde se bifurcaban los caminos y qué podrías hacer en cada uno de ellos para terminar en cada final. Esto motivaba a rejugar al menos la última parte varias veces, porque sabías que habías tomado una decisión y que la podías cambiar. Esa falta de claridad en las bifurcaciones resta incentivo a la rejugabilidad y rompe parte de la magia de descubrirlo por uno mismo.

En definitiva, Tormented Souls II es una gran idea que da cuenta del amor de los desarrolladores por el survival horror clásico. Dual Effect no solo reafirma su dominio sobre el lenguaje del género, sino que lo hace con una convicción admirable: cámaras fijas, puzzles ingeniosos y una ambientación que se respira a cada paso. Es, en muchos sentidos, un homenaje genuino, pero también un recordatorio de por qué muchas de sus mecánicas fueron evolucionando con el tiempo.
Como secuela, pule varios aspectos técnicos y de control respecto a su antecesor, pero sigue arrastrando cierta rigidez que, según el jugador, puede sentirse como desafío o como castigo. Aun así, su atmósfera opresiva, el impecable trabajo de iluminación y una gran dirección artística lo consolidan como una experiencia intensa, exigente y en muchas situaciones, satisfactoria. Aunque hacia el final, puede llegar a sentirse un poco frustrante y cuesta arriba.
Un título que no busca agradar a todos; busca incomodar, fastidiar y recompensar en partes iguales. Y en ese equilibrio incómodo, en esa mezcla de miedo, lógica y paciencia, reside su mayor virtud. Si alguna vez extrañaste aquella sensación de vulnerabilidad absoluta que daban los survival horror de antaño, este juego es definitivamente para vos.


