Extraños placeres
¿Cómo te hablo de un juego que no te toma más de 40 minutos en terminarlo? ¿Qué te puedo contar yo que la propia portada del juego no delate de por sí?
- Estética Play1
- Probablemente controles tanque.
- Sobrenatural, gore.
La premisa es de un cacho de carne que me da órdenes, no creo que quiera que le ayude a decorar un salón para el cumple de quince de su sobrina Georgina… le sale un ojo, vamos.

Para decirte un poco más ya te tengo que spoilear, y mirá que a mí el spoiler ni me va ni me viene pero con un juego tan cortito “qué picardía”. No, mejor buscar la diagonal y por eso se me ocurrió este fanfic basado en el juego. Buen provecho:
– Ché ¿pero esto tiene algo que ver con el juego?, no entiendo, es un poco gratuita la vuelta que le diste…
– Shhh, vos confiá, te aseguro que esto es como un complemento. Vos el juego jugalo, no necesitás un análisis para eso, el juego está barato en Steam ¡AHORA! ¡ANDÁ RAMÓN COMPRALO YA! ¡COMPRALO Y VENÍ A LEER LA FANFIC!
Te dejo un temita que puede maridar muy bien con el relato, ahora sí, te dejo tranqui.
(se aclara la garganta)
Mi primer recuerdo es la completa oscuridad. Luego vino el olor a una pizza vieja, la leve vibración de la rejilla fría sobre las que reposaba mi cuerpo. El frío, el frío era un tema, parecía que era el mandamás ahí adentro. La voluntad de ese frío era detenernos, que el tiempo no avanzara, para no descomponernos. Pero lo que parecía una eterna juventud en realidad era un largo vacío interminable.
Hasta que todo cambió. Ese día se hizo la luz por primera vez en mi vida, y lo primero que vi con mi ojo, fue a Lautaro.

Ese fue sólo el comienzo de mis encuentros con él. Día y noche lo veía aparecer y desaparecer. El mundo tintineaba cuando abría la puerta de la heladera y se asomaba adentro de ese frío como si no fuera más que una leve circunstancia. Él no era como nosotros, seres abatidos por el aire gélido, indiferentes y en lenta descomposición. Lautaro rebosaba de vitalidad, de calor.
A veces lo escuchaba hablar. Otra cosa que ahí padecíamos, nadie hablaba, la oscuridad nos había arrebatado el deseo y el frío había enfriado nuestras lenguas. Ay el frío…
A veces lo escuchaba hablar allá en su mundo, allá donde no era acá, el de las cosas calientes. Pero cuando estaba allá no se escuchaba como acá. Allá se oía como sollozante, una voz ahogada, difícil de entender. Yo me preocupaba ¿por qué estaba tan triste allá, si allá no había frío? Y cuando él entraba su voz era clara y prístina. De su boca brotaba un embriagante calor tan potente que podía sentir como mis moléculas se ablandaban. ¿Acaso esto era?…

No podía entender lo que me pasaba, no podía dejar de pensar en él. Mientras más lo veía, más sentía que mi cuerpo se escurría por la rejillas. El calor era adictivo, me despertaba sensaciones que nunca había experimentado. Cuando Lautaro pasaba su mano por mi costado o sentía su boca tan cerca que podía besar su aliento yo sentía que me despertaba de un largo sueño.
Ya no lo soportaba más, yo se lo tenía que decir. Tenía que intentarlo.
Escuché el ruido del resorte de la cama, unos golpeteos y una tos. Escuché como su uña rascaba la punta de su boxer mordisqueando la piel de su culo. Los pasos lentos hacian mover la casa y desafiaba el traqueteo del motor de la heladera. Abrió la puerta. Noté que no había prendido ninguna otra luz y en cuanto sus ojos dormidos hicieron contacto con el mío le hablé:
– Si te pido que me hagas la gamba con una ¿lo hacés? ¿me hacés esa gauchada? ¿Que, qué cosa te estoy pidiendo?, no, nada Lauti. Te pido que la llames a tu prima, que la querés tanto, y le cortes las extremidades… eso. ¡Gracias Lauti! cuando tengas eso ya sabés donde encontrarme.

Quizás fui demasiado brusca. Quizás mis palabras fueron más rápido que mis pensamientos o al revés, no sé cuál es mejor. Él no entendía, me miraba extrañado. Esta era mi última chance. Respiré hondo y di lo mejor de mí:
– Lo que te ofrezco Lauti es un juego sobre la amistad, sobre la entrega incondicional hacia un otro. Mirame… no soy más que un ojo arriba de un pedazo de carne que ocupa un estante en tu heladera, adentrado en la oscuridad y el frío de un electrodoméstico que ya vió pasar sus buenos años y hoy tose toda la noche su motor gastado y ronco. Pero cuando vos llegás la luz filtrada por la grasa que se abraza a la vencida lámpara, que trabaja diligentemente en su precariedad, ilumina mi mundo. El olor de los hongos se esfuma, el frío da un respiro ante tu calor. Tus ojos recién abiertos y expectantes de lo que un nuevo día traerá. Tus ojos adormecidos de las 3 de la mañana que tantea un poco de agua. Tus ojos descompuestos por una película conmovedora y que busca un dulce placebo. Cómo no adorarte si contigo viene la virtud, se me abre el mundo y el deseo de ver lo que ven tus ojos, de sentir lo que siente tu corazón. Respirar tu aire, pisar tu hierba descuidada, cagar en tu baño, abrazar a un amigo, recibir una piña. Te necesito, no soy malo, soy culpable de envidiarte hasta la locura y querer ser como vos, querer acompañarte, sentir juntos, carne con carne, ojo con ojo.

Y lo único que te pido para que este deseo se cumpla es que me traigas un pedacito dulce jugoso y vital de carne humana. Porque lo mío es muy pobre, muy básico, y con un poquito de ayuda, de azucar, flores y muchos hedores, podré convertirme en un niño de verdad, en un ser sintiente, la aparición, el milagro de la vida, un pecado de la naturaleza,una fuerza imposible y aberrante, una falla en el sistema, un homúnculo, una quimera, un frankenstein, pero no me temas Lauti, ¿cómo me vas a temer? si me pierdo en tus ojos, si son quien trae la luz. Nada malo puede salir de esto.
Mr. Meat está hecho por Luka Rizzi y Pupicrap, lo pueden conseguir en Steam. ¡Aguante los jueguitos!
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